Hábitat: Concepto, tipos, ejemplos
El término "hábitat" tiene diferentes connotaciones según su uso en el ámbito biológico y el urbanístico. En el primer caso, se refiere al entorno con condiciones específicas que permiten la supervivencia de organismos o poblaciones de especies, siendo el término "biotopo" el equivalente para comunidades vegetales o animales. En el segundo caso, se refiere al entorno construido donde reside la humanidad. También se emplea la expresión "hábitat construido" para distinguirlo del utilizado en biología.
Cada año, el primer lunes de octubre se celebra el Día Mundial del Hábitat, establecido por la ONU en 1985. Esta fecha tiene como objetivo reconocer los avances alcanzados en el ámbito del hábitat humano, poniendo especial énfasis en temas como las ciudades, la equidad de género, la vivienda y el trabajo, entre otros.
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Concetos de Hábitat
En ecología, se pueden identificar al menos cuatro conceptos distintos de "hábitat" que comparten una definición explícita del término y una referencia espacial. El primer factor común es la necesidad de que exista un componente biótico para definir un hábitat, es decir, es imposible definir hábitats donde no haya vida. El segundo factor común es la referencia espacial, que se refiere al lugar o sitio donde se encuentra el elemento biótico.
Las diferencias entre los conceptos de hábitat radican en estos dos factores mencionados anteriormente. Por un lado, se puede hacer referencia a una especie individual o a una población entera al definir un hábitat. Por otro lado, la definición de espacio puede variar en términos de área superficial, o bien puede incluir una amplia gama de factores abióticos como climatología, temperatura, entre otros.
En cada región del mundo, se encuentran hábitats diversos que experimentan cambios constantes debido al clima y a la influencia humana. Estos hábitats albergan una amplia variedad de especies animales y vegetación. Para diferentes organismos, un hábitat puede ser un charco en una ciudad para una bacteria, una pradera en África para un león, una montaña en Norteamérica para un oso, o un pantano en Asia para una serpiente. Todos estos ejemplos representan hábitats pertenecientes a diferentes ecosistemas específicos, donde el clima juega un papel crucial al determinar y permitir la vida animal y vegetal de una manera particular y estable.
El término "hábitat" se utilizó por primera vez en el ámbito de las ciencias biológicas a principios del siglo XX, entre los zoólogos de la época, para referirse al "lebensraum" (en alemán), que significa "espacio vital" o "habitación" de una especie. En otras palabras, se refiere al espacio en el cual una especie vive.
Es importante no confundir este concepto biológico-naturalista con el neologismo "lebensraum" adoptado en sociología. El concepto biológico se centra en la ubicación geográfica de una especie y en su área de distribución. Podría definirse como el lugar natural donde un organismo, ya sea una planta o un animal, vive. Es un concepto simple y claro, fácil de entender e interpretar, y no presenta mayores ambigüedades.
Sin embargo, en casos de especies migratorias o con ciclos de desarrollo y reproducción en diferentes lugares, la definición espacial puede volverse más compleja. En tales casos, para mantenerse dentro del concepto de hábitat, se hace referencia a tipos de hábitats más complejos.
Con el avance de la teoría ecológica, se añade una dimensión ambiental al concepto inicial de hábitat, incorporando los factores abióticos como parte fundamental de su definición. El hábitat se convierte en el espacio que reúne las características físicas y biológicas necesarias para la supervivencia y reproducción de una especie.
Esta segunda definición se enfoca directamente en las condiciones bióticas y abióticas presentes en un espacio determinado, que son adecuadas para una especie en particular. Esta definición libera al concepto de la estricta presencia de la especie y lo limita a los requisitos ambientales necesarios. Ya no es la distribución real de la especie lo que determina el hábitat, sino el espacio que cumple con las condiciones necesarias para su existencia. En este sentido, el hábitat se divide en hábitat real y hábitat potencial.
Estos dos conceptos de hábitat son específicos de una sola especie y se centran en el manejo de problemas autoecológicos. Sin embargo, tienen una aplicación limitada en enfoques sinecológicos y resultan insuficientes o inadecuados en estudios más generales, holísticos o a una escala ecológica más amplia. Por lo tanto, se llega a un tercer concepto de hábitat, que se diferencia de los anteriores al integrar no una, sino varias especies en su definición explícita, formando así una unidad ambiental discernible de otras unidades.
Se habla entonces de hábitat en términos del espacio compartido por varias especies, caracterizado por una cierta uniformidad en las condiciones bióticas y abióticas. Se consideran características ambientales adecuadas u óptimas no solo para una especie, sino para varias. En este caso, es la biocenosis la que define el hábitat, lo cual introduce la necesidad de uniformidad. Los diferentes hábitats se detectan o identifican mediante cambios o modificaciones en esa uniformidad.
Clases de hábitats
Los hábitats se pueden clasificar en tres categorías principales: hábitats terrestres, hábitats marinos y hábitats de aguas continentales.
Un hábitat terrestre se encuentra en la superficie de la tierra (geosfera) y presenta oxígeno en el ambiente. En este tipo de hábitat, pueden ocurrir cambios bruscos de temperatura y condiciones meteorológicas.
Un hábitat marino se ubica en aguas marinas, como océanos y mares (hidrosfera). La luz solo penetra hasta los primeros 50-100 metros bajo la superficie, la temperatura varía de manera más constante y los seres vivos presentes están completamente adaptados a la salinidad marina.
Un hábitat de agua continental se refiere a cuerpos de agua dulce, ya sea estancados o en movimiento, alejados de las zonas marítimas. En este tipo de hábitat, la temperatura no experimenta cambios bruscos y la claridad y luminosidad del agua dependen de su turbidez.
Los biomas, por otro lado, son clasificaciones que responden a características climáticas, ambientales y geográficas. Estos biomas se han formado en diferentes tipos de hábitats, y algunos ejemplos incluyen:
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Bioma de bosques: se encuentran en hábitats terrestres y se caracterizan por la presencia de árboles y una vegetación densa.
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Bioma de praderas: también presentes en hábitats terrestres, se caracterizan por vastas extensiones de pastizales y una vegetación baja.
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Bioma de desiertos: presentes en hábitats terrestres, se caracterizan por condiciones áridas, escasez de agua y vegetación adaptada a la sequedad.
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Bioma de selvas tropicales: se encuentran en hábitats terrestres, especialmente en regiones tropicales, y se caracterizan por una gran diversidad de especies y vegetación exuberante.
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Bioma de arrecifes de coral: se ubican en hábitats marinos y se caracterizan por la presencia de corales y una rica biodiversidad marina.
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Bioma de lagos y ríos: presentes en hábitats de agua continental, albergan una variedad de especies acuáticas y están influenciados por la corriente y la calidad del agua.
Formación de un hábitat e influencia de las personas
El hábitat se forma a partir de una combinación de factores bióticos y abióticos que incluyen características geográficas y climáticas, entre otros. Es importante destacar que tanto las acciones humanas como los fenómenos naturales pueden alterar el hábitat de las especies, lo que conlleva una serie de cambios significativos para adaptarse a un nuevo entorno. La contaminación, el cambio climático, la deforestación y la extinción de especies son solo algunos ejemplos del daño que hemos causado al planeta sin límites aparentes.
Un ejemplo actualmente relevante de nuestra falta de consideración hacia otras especies es la contaminación atmosférica y el consecuente calentamiento global, que resulta en el derretimiento de los glaciares. La destrucción de un hábitat representa una grave amenaza para la supervivencia de las especies asociadas a él, y en este caso, el oso polar se encuentra en peligro de extinción como una de las víctimas más directas de estas acciones humanas.