Impuesto sobre la Renta ¿Como funciona?

El tributo sobre el ingreso, gravamen establecido por una autoridad gubernamental sobre los ingresos de particulares y entidades, es conocido como impuesto sobre la renta. Si se trata de empresas comerciales, se le llama impuesto de sociedades. Tanto el impuesto sobre la renta de personas físicas como el impuesto sobre las ganancias empresariales son las principales fuentes de financiamiento para los gobiernos de las naciones industrializadas; asimismo, en los países menos industrializados están adquiriendo una gran relevancia dentro de la estructura impositiva.

Introducción

El tributo sobre los ingresos es de creación relativamente reciente. Los primeros precedentes surgieron en Francia en el año 1793, así como en Gran Bretaña (1799), Suiza (1840), Austria (1849) e Italia (1864). En España, su instauración se produjo en el año 1975, durante la época de transición política del régimen autoritario franquista hacia un sistema democrático constitucional.

Los diversos sistemas tributarios que gravan los ingresos presentan una serie de similitudes. En primer lugar, todos ellos contemplan un mínimo exento, lo que significa que no se tributa por debajo de un determinado umbral de renta. Esta exención tiene como objetivo beneficiar a los estratos menos favorecidos de la población. En segundo lugar, una característica común a todos los impuestos sobre la renta es que la tasa impositiva (porcentaje de ingresos que se deben abonar) aumenta a medida que se incrementa la renta, es decir, cuanto más se gana, más se paga. Por ejemplo, en España, a partir de 2003, la tasa impositiva varía desde el 15% para los ingresos más bajos hasta el 45% para los más altos.

La tercera particularidad se basa en la existencia de gastos deducibles, que incluyen los costes vinculados al trabajo (indumentaria especial, aportaciones a asociaciones y sindicatos laborales, etc.), el seguro médico, los intereses generados por préstamos hipotecarios, las pensiones alimenticias para los hijos de padres separados, entre otros. El tratamiento fiscal de cada uno de estos costes varía significativamente de país en país, aunque en naciones latinoamericanas como Argentina o Brasil se presentan similitudes, aunque con resultados diversos en términos de recaudación fiscal.

La política fiscal y la recaudación de tributos sobre los ingresos son temas polémicos debido a que impactan sobre una actividad económica en constante transformación, en función de los cambios en los valores sociales. La tarea de diseñar las diversas exenciones y costos deducibles para alcanzar la equidad en la contribución tributaria o cumplir objetivos sociales específicos, representa uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los gobiernos.

Otro asunto polémico es si los salarios deben ser gravados con el mismo tipo impositivo que las ganancias empresariales o los ingresos derivados del capital. Algunos países establecen impuestos diferenciados con tasas impositivas distintas en función del origen de los ingresos, mientras que otros optan por aplicar una tasa única, independientemente del tipo de ingreso que se esté gravando.

Es más sencillo diseñar impuestos que permitan deducir costos y obtener ingresos cuando se trata de empresas o trabajadores autónomos que en el caso de los trabajadores asalariados. La inflación, al reducir el valor del capital, afecta las rentas que se derivan de él. Teóricamente, se podría evitar este problema, pero esto requeriría la creación de un sistema extremadamente complejo que la mayoría de los países prefieren evitar, por lo que las soluciones adoptadas para gravar las rentas del capital pueden resultar arbitrarias, como cuando se decide imponer menos impuestos a largo plazo sobre los rendimientos de los activos financieros.

Otro problema que surge en relación a los impuestos sobre la renta es la cuestión de la progresividad de los tipos impositivos, lo que puede tener un impacto en los incentivos al trabajo, al ahorro y a la inversión. Mientras que algunos individuos pueden optar por trabajar menos cuando los tipos impositivos son más altos, otros pueden sentirse motivados a trabajar más para lograr mayores ingresos netos, es decir, aquellos ingresos que quedan después de haber pagado los impuestos correspondientes. El efecto de estos dos tipos de reacciones es difícil de medir con precisión, pero la opinión generalizada es que a medida que aumenta el tipo marginal, disminuyen los incentivos para trabajar y emprender nuevos negocios.

Las implicaciones fiscales sobre las decisiones de inversión son evidentes: se puede motivar la inversión mediante políticas que permitan la depreciación acelerada y las exenciones por inversión, mientras que se desincentiva cuando los impuestos son excesivos y absorben todos los beneficios y las rentas del capital debido a los efectos de la inflación.

A nivel global, se ha comprobado que los impuestos sobre la renta pueden ser altamente efectivos si los ciudadanos están conformes con el sistema. Para que esto ocurra, se necesita una adecuada gestión de los recursos obtenidos y una información clara y precisa sobre el proceso. Asimismo, es importante brindar una educación adecuada a los contribuyentes. Sin embargo, en los países menos desarrollados, es común que el peso de los impuestos sobre la renta recaiga principalmente sobre los asalariados, ya que sus ingresos son los más fáciles de controlar y gravar.

¿Como funciona?