Parque Nacional Marino Cayos Miskitos

Son alrededor de 130 pequeñas islas, cayos y rocas que se encuentran rodeadas de arrecifes de coral en la plataforma continental cerca de la costa. Estas islas son conocidas por albergar una asombrosa variedad de aves marinas, muchas de las cuales eligen anidar allí. Aunque sus arrecifes no alcanzan la magnificencia de los de Roatán, todavía mantienen una diversidad de especies que ha desaparecido en las islas más grandes debido a la explotación excesiva, como el caso de los caracoles y las langostas.

 

Introducción

Los Cayos Miskitos de Honduras han sido identificados como una de las regiones más apartadas y menos exploradas en el entorno del Mar Caribe, según lo señalado por Chollet y colaboradores en 2014. Se localizan al este del país, con una distancia que abarca entre 63 y 120 km desde la costa. Están situados dentro del departamento de Gracias a Dios, Estos cayos ocupan un espacio geográfico que se extiende desde el meridiano -82.10 al este hasta el meridiano -83.30 al oeste, y desde el paralelo 14.95 al sur hasta el paralelo 16.15 al norte.

Algunos de los cayos más prominentes y reconocidos incluyen Cayos Cajones y Hobbies, Cayos Pichones, Cayos Caratatasca, Cayos Becerros, Cayos Vivorillos, Cayos Cocorucuma, Cayos Gorda, Banco del Cabo Falso, Arrecife de la Media Luna, Logwood Cay, Cayo Media Luna, Bobel Cay y South Cay Mayores del Cabo Falso. Además, se hallan los bancos de salmedina, providencia, Rosalinda y Serranilla. Estos cayos están en un estado de inhabilitación y solo son visitados durante el día por las tripulaciones de los barcos camaroneros y langosteros después de sus jornadas de trabajo.

Los Cayos Miskitos presentan una notable diversidad y conexión entre sus hábitats, los cuales abarcan una amplia gama de características. Entre estos se incluyen manglares, praderas de pastos marinos, sistemas arrecifales, áreas de sustratos calcáreos, también conocidos como "pavimento", fragmentos de escombros, extensiones de arena, lagunas insulares de tamaño reducido y áreas de aguas oceánicas profundas, entre otros.

Ecosistemas

En ciertos cayos se observan de manera natural áreas de manglares que se caracterizan por la presencia predominante de Rhizophora mangle, conocido como mangle rojo, en los límites exteriores, mientras que en las lagunas de evaporación en el interior de los cayos prevalece Avicennia sp., también conocido como mangle negro.

Los manglares representan una amplia variedad de entornos en niveles diversos: tierra, aire y mar. En los Cayos Miskitos, sobresalen como lugares de anidación de aves, en especial de especies como Fragata magnificens (fragata), Anous minutus (golondrina de mar) y Sula leucogaster (pájaro bobo café). Además, funcionan como criaderos para tiburones y rayas. En la laguna, es posible encontrar praderas de pastos marinos, más comunes en la zona norte, donde prevalece la especie Thalassia testudinum (pasto de tortuga), asociada a Syringodium filiforme (pasto de manatí) o Halodule wrightii.

Dentro de la laguna arrecifal, se pueden hallar algunos parches de arrecifes; no obstante, las estructuras arrecifales más frecuentes consisten en arrecifes de franja someros. Estos arrecifes de franja se ubican principalmente al este de los cayos, en la dirección barlovento, y representan la primera línea de defensa frente al oleaje.

La región occidental de los cayos, ubicada en la zona de sotavento, experimenta menos exposición a los vientos y a la dinámica hidrológica. Esta configuración propicia la formación de playas con sedimentos finos y la creación de la laguna arrecifal. Debido a la presencia de manglares, pastos marinos y arrecifes de franja poco profundos (con profundidades que oscilan entre los 2 y 6 metros), esta área se ajusta a la definición de humedales RAMSAR. Estos ecosistemas albergan una diversidad significativa de especies y desempeñan un papel esencial en la prestación de servicios ecosistémicos como la protección costera, la captura de carbono y el sustento de actividades pesqueras.

Geomorfología

Los cayos que han sido objeto de estudio presentan distintas etapas en su evolución geomorfológica. Esta diversidad de estados permite identificar los procesos primordiales que rigen su origen y desarrollo, así como el progreso en la sucesión ecológica de la vegetación. Considerando esto, la fase inicial en la formación de los cayos involucra la acumulación de restos de corales pétreos (escleractíneos) quebrados y transportados, principalmente por las olas. Esto ocurre especialmente durante eventos de alta energía, como tormentas tropicales y huracanes. La participación de estos procesos sedimentarios en la configuración de cayos e islas coralinas ha sido ampliamente registrada en sistemas similares.

Conforme la sedimentación se incrementa, se da lugar a la acumulación interna en el cayo, lo que resulta en un crecimiento vertical o elevación del terreno. Este proceso gradual conlleva a la formación progresiva de playas de menor tamaño, así como a la aparición de bahías y canales de marea. En estas bahías y a lo largo de las orillas de los canales mareales, se establecen los manglares y también emergen las praderas de pastos marinos.

A medida que los cayos experimentan su desarrollo geomorfológico, se observa el fenómeno de progradación, que implica el avance o crecimiento del cayo sobre el mar, y la acreción, que se traduce en un aumento de la elevación del cayo debido a la acumulación de materiales, incluyendo fragmentos coralinos, así como el establecimiento de manglares y praderas de pastos marinos. Con el tiempo, los rodales de Rhizophora mangle se van aislando gradualmente de la influencia directa de las condiciones oceanográficas circundantes, como las micro mareas características del Caribe. Esto lleva a que los manglares queden limitados en su interacción con el mar a través de canales de marea, como el ejemplo de Silkey y Smokely.

A medida que los manglares se desarrollan y la sedimentación aumenta, los canales de marea tienden a estrecharse y volverse menos profundos, eventualmente cerrándose y desconectando la comunicación directa con el mar. En esta situación, los manglares quedan sujetos a eventos extremos ocasionales, como nortes y huracanes, así como a la influencia de la salpicadura de las olas. Bajo esta dinámica, los rodales de Rhizophora mangle quedan confinados en pequeñas cuencas de evaporación y concentración de sales, lo que genera cambios en la biogeoquímica del sedimento y en la estructura forestal del manglar. Esto incluye modificaciones en la composición de especies, como la sustitución de Rhizophora mangle por Avicennia germinans. Esta última especie presenta una mayor resistencia a altas salinidades y ambientes con sedimentos más reductores.

Arrecifes Coralinos

Los arrecifes de coral, que albergan una diversidad de alrededor de un millón de especies multicelulares, son reconocidos como ecosistemas marinos tropicales emblemáticos (Fisher et al., 2015). Estos ecosistemas, presentes en más de 100 países, brindan beneficios a más de mil millones de personas a través de servicios ecosistémicos como la protección costera, el turismo, la pesca y compuestos biomédicos (Arias-González et al., 2017a). En términos globales, el valor estimado de estos servicios ecosistémicos supera los 31 billones de dólares estadounidenses anuales (Cesar et al., 2003; de Groot et al., 2012; Wear y Vega Thurber, 2015).

A pesar de su importancia, en las últimas décadas la estructura y el funcionamiento de los arrecifes de coral han sufrido degradación a nivel mundial (Gardner et al., 2003; De’ath et al., 2012; Birkeland, 2015; Bruno y Valdivia, 2016; Hughes et al., 2017). Actualmente, más del 75% de los arrecifes de coral del mundo enfrentan amenazas locales (descargas terrestres y presión de pesca) y globales (cambio climático), y se estima que esta cifra aumentará a cerca del 90% para el 2030, poniendo en riesgo los beneficios que proporcionan (Bruno y Selig, 2007; Jackson et al., 2014).

Dada su fragilidad en el contexto de múltiples estresores y su relevancia para las comunidades humanas, los arrecifes de coral se han vuelto objetos de conservación. En Honduras, se estima que la extensión de los arrecifes de coral es de aproximadamente 1,247 km2 y presentan diversas morfologías, excepto los atolones (Valade y Grelot, 2002). En general, los arrecifes en Honduras tienen un estado de salud moderado, con cobertura de coral vivo alrededor del 20% y macroalgas carnosas alrededor del 24%. Además, cuentan con biomasas altas de peces herbívoros pero bajas de peces comerciales, siendo las más bajas en la región del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM).

Los arrecifes coralinos en Honduras se encuentran principalmente alrededor de las islas del Caribe hondureño, como las Islas de la Bahía, Cayos Cochinos, Cayos Miskitos e Islas del Cisne. Los arrecifes en las Islas de la Bahía y Cayos Cochinos son los más estudiados y emblemáticos, mientras que los de los Cayos Miskitos son menos explorados debido a su ubicación remota y de difícil acceso. A pesar de no estar inicialmente considerados dentro del SAM, se ha demostrado recientemente que los Cayos Miskitos están conectados biofísicamente a esta eco-región arrecifal (Chollett et al., 2017b).

Con el propósito de aumentar el conocimiento en esta zona poco estudiada, este estudio llevó a cabo una caracterización de componentes clave de los arrecifes coralinos, incluyendo organismos bentónicos y peces, tanto en la parte norte como en la parte sur de los Cayos Miskitos. Los datos obtenidos fueron comparados con la línea base establecida en 2013.